Salvador de Bahía

El azul del mar, la vegetación exuberante y las bellezas bahianas se mezclan con las modernas luces de esta metrópolis que es Salvador. Rodeado completamente por el océano, Salvador está bañado por un lado por las aguas de la fascinante bahía de Todos los Santos, mientras que el otro costado queda regado por el bravío Atlántico. Esto nos permite escoger entre playas de mar sereno, como la del Porto da Barra, y otras donde las olas rompen ferozmente en la arena. Aquí todo el año es verano y es un placer darse un baño por la noche en la playa de Barra.

Es fácil andar por Salvador, a través de sus amplias avenidas, que llevan sin ninguna pérdida desde una playa a otra, o desde las playas a los monumentos históricos. Junto a las nuevas avenidas arborizadas se levantan modernos edificios de trazos geométricos multicolores que han sido perfectamente integrados con los antiguos. En el casco antiguo de Salvador no es difícil encontrar las verdaderas raíces de Brasil y los viejos caseríos coloniales tienen un color distinto.

Pero Bahía no es sólo su capital, ya que también tiene otros muchos atractivos que no se pueden omitir. Hay casi mil kilómetros de playas, en una costa que guarda características singulares. Escasos kilómetros al norte de Salvador están la Praia do Forte y la Costa do Sauípe, dos lugares que merecen una parada.

Praia do Forte es un paraíso de aguas coralinas que, además, tiene el primer hotel brasileño que ofrece ecoturismo. Por su parte, Sauípe nos recibe con su toque colonial. El complejo hotelero que se ha montado en esta Costa es de auténtico lujo, así como sus campos de golf.

El Morro de San Pablo, un paraíso tropical. Una de las islas más frecuentadas del litoral de Bahia. Cuenta con predios históricos y playas bellísimas. En las tardes, el Fuerte es visitado por delfines que alegran la puesta del sol. Las noches son calidas, con fiestas todos los días. Para quien prefiere tranquilidad nada mejor que estar en la cuarta o quinta playa adonde la brisa del mar nos proporciona frescura, calmando el calor de los días de verano, junto a las piscinas naturales y los innumerables peces de colores que son compañía constante de los visitantes

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