Lo que llama la atención al llegar al noroeste argentino, es la variedad de formas y de tonalidades, los vivos colores de la tierra, de sus desiertos, valles y montañas; sus amaneceres, sus puestas de sol, la pureza ambiental, sus grandes silencios y la peculiaridad de sus festividades.
Durante el día el cielo se presenta diáfano, de un azul celeste intenso como en ningún otro lugar, aunque es por las noches cuando una multitud de fulgurantes estrellas, azulosas, con brillos titilantes parecen iluminar el infinito y acercar el espectáculo al alcance de las manos. A ras de la superficie, la riqueza mineral contribuye a colorear los cerros, formando increíbles arco iris rocosos que dan lugar a nombres tan sugerentes como el de cerro de los Siete Colores, o el de la quebrada Paleta de Pintor.
Podrá descubrirse el misterioso encanto de los amaneceres, de la caída del sol; de los imponentes cerros que aparentan haber sido coloreados a pincel; de los valles "con mil distintos tonos de verde", de la noche del altiplano cubierta de infinitas estrellas de fulgor incomparable; la intangible belleza de una iglesia de barro y cardón, el ritmo melancólico de una zamba o una vidala; la personalidad, la cadencia y el pausado ritmo de los collas; la diafanidad y pureza del ambiente; las formas, la vida, el movimiento todo de esa gran región.
Esta tierra poco poblada y aún no descubierta por el turismo internacional masivo, esconde paisajes que se destacan tanto por su belleza como por grandiosidad, costumbres centenarias y el folklore más auténtico del país. Rincones como el Cañón de Talampaya en La Rioja, o la Cuesta del Portezuelo en Catamarca, hablan de panoramas de extraordinaria espectacularidad.
Tucumán, la provincia más pequeña de la Argentina, conocida como el Jardín de la República, luce toda su belleza en Tafi del Valle y exterioriza su pasado en las ruinas de los indios quilmes, último reducto de resistencia en contra de la conquista española
En Santiago del Estero la naturaleza ha dotado a algunos enclaves, como el de Río Hondo, un agradable y tranquilo rincón, con sensacional microclima, aguas termales y espacios ideales para la pesca.
En la provincia de Salta resulta impensable perderse el encanto y la magia de los Valles Calchaquíes, con sus pueblos coloniales, sus atractivos de naturaleza plena, serenos, silenciosos, cargados de tradiciones, que deben ser descubiertos sin prisa, como quien se dispone a saborear uno de sus vinos frutales de extraordinaria personalidad.
Partiendo de la ciudad de Salta, "la linda", es posible ascender a internarse en lo profundo de la Cordillera de los Andes y asomarse a las alturas de la Puna utilizando el Tren a las Nubes, un increíble convoy turístico que en su recorrido alcanza los 4.000 metros de altitud, recorriendo una magnífica obra de ingeniería, el viaducto de La Polvorilla.
La provincia de Jujuy, está ocupada en un 60% por el altiplano; es allí donde se puede realizar uno de los mejores recorridos en el noroeste argentino, la Quebrada de Humahuaca, el paso natural hacia la Puna y sin duda un paraje inolvidable de esta región.
Pintorescos pueblos que mantienen las características arquitectónicas y costumbristas de las culturas prehispánicas como Purmamarca y Maimará sencillas capillas de exquisita belleza como las de Uquía, Yavi o Casabindo que conservan su estilo colonial; ruinas prehispánicas como las del Pucará de Tilcara, y tradicionales y sorprendentes festejos, como el carnaval de Humahuaca se suceden a uno y otro lado de un camino, trazado junto al cauce del río Grande.