Es una postal de playas extensas junto a un inmenso arrecife de coral lleno de peces multicolores. En Maceio es prácticamente todo el año verano: el aire es cálido incluso a las seis de la mañana y la temperatura del agua, tibia. Maceio, tiene playas que no tienen nada que envidiar al Caribe y donde el paso de la arena, de un ocre clarísimo, al mar verde esmeralda o turquesa, según el capricho del sol, no se siente.
Jatiúca, Ponta Verde y Pajucara son las citadinas más conocidas. Acompañada cada una de una rambla, que cada treinta metros invita a una parada para tomar una cerveza helada, son una primera aproximación a lo que luego se descubrirá como los verdaderos paraísos que guarda Maceio. Las playas de la ciudad, que son 15, sólo están interrumpidas por el puerto, que la divide de norte a sur.
Saliendo de Maceio, uno de los paraísos más cercanos, 25 km al sur, es Praia do Francés. Tiene ese nombre porque en la época de la colonia era un punto de desembarque para los contrabandistas franceses. De gran belleza, en el área izquierda hay bares, restaurantes y piscinas naturales; el mar es absolutamente calmo, protegido por los arrecifes. Del lado opuesto, las olas se ponen bravas y se juntan los surfistas.
En Maragogi el paisaje subacuático es onírico, donde conservar la calma y procurar no moverse asegura un espectáculo imperdible y el espectador no quiere que termine nunca. Se habla de la segunda barra de arrecifes de coral más importante del mundo en extensión.
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