Como una gran y moderna ciudad latinoamericana, Río de Janeiro tiene de todo un poco y más, lo que la convierte en una ciudad diferente. Esta mega metrópolis es puro contraste.
Una peculiar armonía se destaca en el paisaje de Río de Janeiro, la maravillosa ciudad brasileña que cuenta con un precioso litoral entrecortado por las variadas formas del relieve y una cantidad innumerable de playas de ensueño. La ciudad ofrece kilómetros de playas doradas que pueden visitarse durante todo el año gracias a su clima tropical. El folklore de su música, sus comidas típicas y los diversos paseos por la ciudad y sus alrededores proporcionan el marco ideal para un prolongado viaje de vacaciones.
Ubicada en la cima del monte Corcovado, a una altura de 710 metros, la estatua del Cristo Redentor es uno de los monumentos más conocidos y visitados del mundo.
El paseo por la cidade maravilhosa puede iniciarse en el distrito Cosme Velho a bordo de un simpático trencito que atraviesa el empinado bosque tropical del Atlántico hasta el pie de la estatua, con una vista increíble de la Ciudad desde diversos ángulos. Durante el día se puede contemplar desde allí el soberbio panorama de toda la ciudad, que se torna reluciente y misteriosa al oscurecer.
La altura y el contorno inconfundible del Pan de Azúcar lo convierten, junto con el Cristo Redentor, en una de las atracciones principales de la ciudad. A este popular sitio se llega por medio de un teleférico: primero se llega a la cima del Urca, donde los visitantes abordan el segundo vagón para llegar al destino final.
Desde la cumbre del Pan de Azúcar se divisan las playas interminables de Río de Janeiro y Niteroi. Enmarcada por el Bosque Tropical del Atlántico, la escena está salpicada de edificaciones históricas como el Fuerte Santa Cruz y el atractivo "Palacio Miniatura", en la Isla Fiscal
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